RELATO de VIAJE: ABRA de LIZOITE, SANTA VICTORIA OESTE, CAÑANÍ y RÍO CANDADO – Del 18 al 23 de abril de 2023

RELATO de VIAJE: ABRA de LIZOITE, SANTA VICTORIA OESTE, CAÑANÍ y RÍO CANDADO – Del 18 al 23 de abril de 2023

 

Originalmente se la pensó como una expedición exploratoria de la zona, ya que recientemente se habían terminado los puentes sobre los ríos Candado y San José que permitieron conectar Santa Victoria con Los Toldos a través de una ruta de vehículo por primera vez. Y la intención era poder llegar al Parque Nacional Baritú por esta nueva ruta. Los tres habíamos estado en este parque nacional previamente, pero siempre ingresando a través de la ruta que ingresa a Los Toldos desde Bolivia y que conduce a Lipeo, pero nunca por esta otra. Como Freddy que es biólogo había estado muestreando aves en la zona varias veces, ofició de guía y conocedor, a partir de Santa Victoria. Existe un vínculo histórico, entre las localidades de Santa Victoria y Los Toldos, pero hasta 2020 fue únicamente por huella de mula y por la montaña. Por eso el objetivo era conocer la nueva ruta que conecta ambas localidades. Las especies de aves target para el viaje eran: la monterita boliviana, el carpintero bataraz grande, la bandurrita boliviana, y el saí grande. Y obviamente, siendo un rincón muy inexplorado de Argentina, por la complejidad de la geografía, muy quebrada, y la dificultad y escasez de vías de acceso, por lo tanto muy poco visitado y próximo a Bolivia, la expectativa también era poder hallar, tal vez, algo nuevo. De entrada sabíamos que a pesar de que las lluvias estivales este año 2023 llegaron tarde y estaba todo bastante verde todavía, no era la mejor estación para venir a ver aves. Y el pronóstico del tiempo arrojaba lluvia para toda la semana, pero igual salimos.

 

Día 1: 18 de abril

Partimos desde San Salvador de Jujuy (1.250 msnm), luego de dejar organizadas las obligaciones personales de cada uno, como habíamos quedado. Fuimos en la Ford Ranger 4×4 de Carlos, quien manejó la camioneta durante todo el viaje. Por razones logísticas y de seguridad llevamos, un bidón extra de veinte litros de combustible, pico y pala para arreglar la ruta donde fuera necesario, equipo de campamento muy completo (carpas, calentador a nafta, etc.), conservadoras con provisiones abundantes para varios días, handies VHF, un Spot satelital (para comunicarnos en caso de emergencias), y por supuesto las guías de aves, los binoculares, un telescopio, y los equipos fotográficos de cada uno. Cabe destacar que en el caso de Carlos y Freddy se trata de verdaderas cámaras profesionales. En mi caso una compacta, muy práctica y liviana, pero con buen aumento.

Atravesamos la Quebrada de Humahuaca de extremo a extremo sin detenernos, mientras íbamos analizando y debatiendo el mejor plan para que el viaje fuera lo más eficiente posible en términos de observación de aves. Llegamos a La Quiaca a las 16:20 horas, cargamos combustible, y compramos algunas provisiones más. Carlos programó el GPS que arrojó 115 km a Santa Victoria. Mientras tanto yo reservé alojamiento en El Tranquero, aunque un poco tarde, por suerte había lugar. Al salir de La Quiaca (3.400 msnm), perdimos la señal de celular, y en mi caso hasta el regreso varios días después. Decidimos dirigirnos directamente hasta la región altoandina sin detenernos, para ver si encontrábamos al chorlito de vincha (Phegornis mitchelli). Ascendimos durante casi una hora a la Serranía de Lizoite (Cordillera Oriental), pasamos por el abra homónima (aprox. 4.500 msnm) o paso natural de montaña, paramos en una vega, y buscamos con binoculares durante un buen rato, sin éxito. Ya estaba comenzando a atardecer y a ponerse fresco así que continuamos viaje en descenso. En Abra Colorada auxiliamos a unos paisanos que traían el correo al pueblo, pincharon goma y no tenían llave cruz para cambiar la rueda. Más abajo el entorno se vuelve un poco más verde y húmedo y en los pastizales aparecieron las primeras puyas (Puya sp.), estas bromeliaceae terrestres de gran porte, tan características de los Andes tropicales. Luego pasamos por el primer queñoal, el de Sacha Runa, más abajo cruzamos el arroyo Chaupi Mayo, ya casi al anochecer, y luego el pueblito de Rodeo Pampa antes de llegar a Santa Victoria Oeste, donde  ubicamos a Isabela, la administradora del alojamiento donde teníamos reserva, fuimos al único comedor del pueblo, comimos unas milanesas, tamales, y algo más y volvimos al departamento para dejar todo listo para el día siguiente.

 

Día 2: 19 de abril

Salimos a las 6:15 am sin luz, rumbo a Papa Chacra, en el camino está el basural del pueblo, donde sabíamos que se observaba uno de los objetivos del viaje. A poco de amanecer se comenzaron a escuchar algunos cantos. Según Freddy es muy abundante la monterita boliviana en esta zona, y luego de buscar por un buen rato, efectivamente ahí estaba. Vimos unos seis individuos, aproximadamente. Y todos logramos sacarles fotos.

Monterita boliviana © Carlos Mariani

Seguimos en vehículo durante varios kilómetros, pasamos por el valle de Papa Chacra, y luego por El Chorro, paramos en varios lugares observando y sacando fotos, y hacia el mediodía paramos a la vera de un arroyito a almorzar. Acá vimos el primer ejemplar de pepitero colorado, porque después lo volveríamos a encontrar en Sacha Runa.

Pepitero colorado © Francisco Cornell

Seguimos subiendo y a las 14:15 pm pasamos por el abra de Santa Victoria (3.380 msnm), y unos pocos kilómetros después por el Abra de Cañaní (3.265 msnm), y comenzamos a bajar hacia la quebrada del Río Cañaní, de paisajes alucinantes, lleno de cascadas de decenas de metros de altura. Ya en el fondo del valle está el caserío disperso de unas pocas viviendas, casi no se ve gente. Seguimos más allá, cruzamos dos veces el río, y el camino comenzó a subir de nuevo, pero esta vez por bosque montano de Yungas. El camino se volvió más arcilloso y húmedo, y pasamos el Abra de Cañaní para ingresar a la siguiente cuenca. Desde arriba ya se podían ver las serranías y selvas del Parque Nacional Baritú. Y muy a lo lejos y abajo, hacia el este, las serranías de Porongal y Tartagal. Comenzamos a descender nuevamente y el camino se hizo más y más desolado, ni rastros de personas, ni casas, algunas vacas por aquí y por allá. Pasamos por un puesto abandonado llamado Campo Tolaba, y luego llegamos hasta un punto donde nos topamos con un camión de vialidad y una topadora trabajando sobre la ruta. Iban muy lento, mucho barro por todas partes, no se podía pasar, por lo que decidimos volver un trecho. En estos bosques de montaña no había muchas opciones para acampar, así que sabiendo que nadie pasaría por ahí establecimos campamento sobre la misma ruta que en una curva protegida del viento, estaba bien nivelada, había rastros de fuegos previos, y un manantial de agua fresca a pocos metros.

 

Día 3: 20 de abril

A la madrugada, antes de aclarar, se escuchó un grito fuerte cerca del campamento. Parecía un despertador ya que poco después se lo escuchó a Freddy salir caminando cuesta abajo. Más tarde, al volver, confirmó que en realidad había cantado un lechuzón mocho grande. Por mi parte, me levanté recién con la claridad del día, estaba bastante fresco, desayuné algo y salí también a pie camino abajo. Al rato lo encontré a Freddy ya volviendo con su grabadora de voces, me contó sobre algunas de las aves que vió como el caburé yungueño y el atajacaminos ñañarca. Yo seguí caminando sólo más abajo y también se lo escuchó ya de día, y luego aparecieron en la ruta muchas huellas que por la forma y el tamaño eran claramente de yaguareté, y que por la profundidad en la arena húmeda sugería un animal de gran tamaño, mientras que por el trayecto y otro grupo de huellas se podía deducir que había estado siguiendo a un ternero joven que había transitado por la ruta, durante más de un kilómetro.

Huellas de yaguareté en la ruta  © Francisco Cornell

En este tramo se pudo observar una bandada de aproximadamente cincuenta loros aliseros o pineros, cruzando al valle profundo por encima de los bosques de alisos (Alnus sp.) y pinos de cerro (Podocarpus parlatorei), no casualmente. Seguí bajando y alrededor de las 11:00 am Carlos y Freddy aparecieron en la camioneta, y seguimos en vehículo descendiendo hasta el campamento de Vialidad de la Provincia de Salta, ubicado en el paraje Cinco Pinos, a orillas del Río Candado, que lo cruzamos por este primer puente, pero poco más allá el camino ya estaba muy arcilloso e inestable, ni con la baja de la 4×4 se pasaba, así que retrocedimos un poco, dejamos ahí la chata y seguimos a pie. Llegamos hasta un punto cercano al cuarto puente, ya de transición entre bosque y selva montana. Había bastante cedro (Cedrella sp.) y nogal criollo (Juglans sp.). Estábamos cansados y mal equipados en provisiones para seguir caminando, así que emprendimos el regreso cerca del mediodía hacia la camioneta. Al cruzar los puentes del río Candado pudimos ver primero una pareja de patos de los torrentes y luego un mirlo de agua pechicanela. Al llegar almorzamos algo, y al pasar nuevamente por el campamento de Vialidad, los trabajadores estaban descuerando un animal muerto, nos acercamos a charlar, y lamentablemente era un rosillo o pecarí de collar, le habían dado un tiro en el lateral del lomo y estaban por prepararse un asado. Volvimos en camioneta hasta nuestro campamento algunos kilómetros ladera arriba. Como considerábamos que no habíamos visto muchas especies hasta el momento, ya que había habido poca actividad, decidimos ir a buscar otro posible lugar de acampe. Salimos en vehículo, pasamos de regreso a la quebrada del Río Cañaní. En este punto, ya sabiendo que no habría forma de llegar a Baritú debatimos mucho que hacer el día siguiente porque no había mucha actividad de aves, asomaban unas nubes sobre la serranía, pero finalmente decidimos pasar una noche más en el mismo lugar, y salir temprano al día siguiente de regreso hasta Santa Victoria, donde nos enfocaríamos en las aves objetivo que nos quedaban.

 

Día 4: 21 de abril

Al final, levantar el campamento tomó un par de horas y salimos más tarde de lo planeado. Fuimos observando aves y sacando fotos durante todo el camino. Y el Abra de Cañaní fue especialmente interesante porque encontramos cóndores posados cerca, y otros planeando sobre nuestras cabezas. En total se contabilizaron veintidós ejemplares, había adultos, subadultos y juveniles, más hembras que machos. La luz no estaba tan buena para fotografía -decían exigentemente los muchachos-, “muy brillante”, pero se sacaron algunas fotos espectaculares igualmente.

Cóndor andino © Carlos Mariani

Más abajo llegamos al basural de Santa Victoria, de regreso. Llamó la atención que la monterita boliviana ya no apareció más. Así que nos enfocamos en la bandurrita boliviana, se le hizo playback durante un rato hasta que apareció brevemente a unos 80 metros de distancia ladera arriba, posada en un molle o sacha pimienta (Schinus molle). Pero arisca, pronto se ocultó y no se mostró más. Quedó pendiente una foto. Y pronto ya estaba anocheciendo, volvimos a Santa Victoria al mismo alojamiento y comedor a cenar algo, donde nos atendió Isabela, quien nos comentó que el lugar que íbamos a visitar al día siguiente era propiedad de su familia materna, por lo que podíamos pedir permiso a sus antepasados para ver las aves del lugar. Y así lo hicimos.

 

Día 5: 22 de abril

Ya el día anterior habían comenzado a ingresar nubes desde los valles bajos, por lo que amaneció nublado y fresco. El plan era visitar el queñoal de Sacha Runa en busca principalmente de una de las aves más raras registradas en Argentina, el saí grande.

Queñoal de Sacha Runa  © Francisco Cornell

Llegamos con la primera luz del día, cumplimos con el pedido de Isabela, y comenzaron a aparecer muchas aves interesantes como el pepitero colorado, el birro gris, el esquivo churrín de Zimmer, el canastero quebradeño, el coludito de queñoal, el picaflor puneño, el picaflor gigante, entre otros. Se sacaron muy buenas fotos, y Freddy además grabó varios cantos pero, el saí grande lamentablemente nunca apareció.

Picaflor puneño © Carlos Mariani

De regreso al pueblo, nos detuvimos por una quebrada que lleva a la localidad fronteriza de Mecoyita y por indicación de Freddy, caminamos un rato por entre el matorral hasta encontrar al carpintero bataraz grande. Él ya lo había visto antes, y conocía el lugar exacto, ya que es muy local. Era una pareja muy inquieta, y merodeó por los alrededores durante un buen tiempo.

Carpintero bataraz grande © Carlos Mariani

Luego volvimos a comer a Santa Victoria, y salimos nuevamente hacia el queñoal de Sacha Runa, pero para la tarde el tiempo ya se había descompuesto, estaba frío y húmedo, y la actividad de las aves decayó considerablemente. Volvimos a la cabaña para reorganizarse y preparar las cosas para el último día, el de regreso.

 

Día 6: 23 de abril

El último día amaneció con llovizna, fuimos igualmente a buscar el saí grande (Conirostrum binghami) a Sacha Runa, nuevamente sin éxito. Algunos dicen que es una especie nómade. Volvimos a ver muchas de las aves espectaculares del día anterior. Pero a media mañana cuando vimos que el temporal no iba a escampar, decidimos comenzar a ascender para atravesar la Cordillera Oriental ya de regreso. Apenas comenzamos a ascender, el ambiente cambió, se puso más frío, y empezaron a aparecer otras aves interesantes como el yal grande, más arriba apareció una parejita de espartilleros estriados cantando insistentemente, varias dormilonas puneñas, entre otras.

 

Espartillero estriado © Carlos Mariani

En este lugar, el tiempo meteorológico ayudó a que podamos ver también mamíferos como los chinchillones en abundancia.

Chinchillón © Carlos Mariani

Pero también manaditas de vicuñas, y una zorra colorada o culpeo que merodeaba con su cría.

Zorro colorado o culpeo © Carlos Mariani

Durante todo este trayecto revisamos todos los gauchos (Agriornis) que aparecían con el telescopio, uno por uno, para ver si aparecía el esquivo gaucho andino (Agriornis albicauda), pero no en esta oportunidad, eran todos gauchos serranos. Ya arriba en la ecoregión altoandina, pasamos por varios glaciares de escombros como el del cerro Campanario (4.700 msnm), y poco después superamos la altura de las nubes del temporal y se abrió el cielo rápidamente. Ahí arriba ya aparecieron aves como el yal altoandino, una agachona chica hembra, la bandurrita pico recto, la bandurrita andina, la caminera picuda, y la dormilona cenicienta. Paramos brevemente a almorzar en la vega (4.500 msnm), y dimos un vistazo buscando al chorlito de vincha nuevamente, pero tampoco apareció. Estábamos cansados, tampoco buscamos demasiado. Así poco después comenzamos a descender hacia Yavi, provincia de Jujuy. En La Quiaca (3.400 msnm) reorganizamos algunas cosas, y llegamos a San Salvador de Jujuy al anochecer.

En resumen, el viaje fue espectacular en términos de paisajes, ambientes, clima, y fauna, a pesar de que no encontramos todos las especies de aves que habíamos ido a buscar. Por el tiempo y la estación del año, las aves se mostraron y cantaron muy poco, lo que dificultó localizarlas, pero se vieron muchas de las especies de distribución restringida, incluidas tres de los cuatro targets del viaje (dos con fotos). Fue notoria la cantidad de individuos subadultos de varias especies observadas, lógico para la época del año. Y si bien fue un poco frustrante no poder llegar hasta el Parque Nacional Baritú, ya comenzamos a organizar una nueva expedición para otra época del año.

 

Lista de aves registradas

Inambú serrano (Nothoprocta ornata)

Inambú silbón (Nothoprocta pentlandii)

Inambú pálido (Nothura darwinii)

Pato de los torrentes (Merganetta armata)

Jote cabeza roja (Cathartes aura)

Jote cabeza negra (Coragyps atratus)

Cóndor andino (Vultur gryphus)

Aguilucho ñanco (Geranoaetus melanoleucus)

Águila mora (Geranoaetus polyosoma)

Pava de monte alisera (Penelope dabbenei)

Tero andino (Vanellus resplendens)

Agachona de collar (Thinocorus orbygnianus)

Agachona chica (Thinocorus rumicivorus)

Palomita cordillerana (Metriopelia melanoptera)

Palomita dorada (Metriopelia aymara)

Palomita moteada (Metriopelia ceciliae)

Paloma nuca blanca (Patagioenas fasciata)

Torcaza o sacha (Zenaida auriculata)

Yerutí yungueña (Leptotila megalura)

Loro alisero o pinero (Amazona tucumana)

Alilicucu yungueño (Glaucidium bolivianum)

Lechuzón mocho grande (Pulsatrix perspicillata)

Atajacaminos ñañarca (Systellura longirostris atripunctata)

Ermitaño canela (Phaetornis pretrei)

Colibrí grande (Colibri coruscans)

Picaflor puneño (Oreotrochilus estella)

Picaflor cometa (Sappho sparganura)

Picaflor gigante (Patagona gigas)

Carpintero andino (Colaptes rupicola)

Carpintero bataraz boliviano (Veniliornis lignarius puncticeps)

Churrín de Zimmer (Scytalopus zimmeri)

Bandurrita cola castaña (Upucerthia andaecola)

Bandurrita andina (Upucerthia validirostris)

Bandurrita boliviana (Tarphonomus harterti)

Remolinera castaña (Cinclodes atacamensis)

Remolinera acanelada (Cinclodes albiventris)

Espinero andino (Phacellodomus striaticeps)

Espinero serrano (Phacellodomus maculipectus)

Espartillero serrano (Asthenes sclateri)

Canastero pálido (Asthenes modesta)

Canastero rojizo (Asthenes dorbignyi)

Canastero quebradeño (Asthenes heterura)

Pijuí ceja canela (Synallaxis azarae)

Caminera picuda (Geositta tenuirostris)

Caminera estriada (Geositta cunicularia)

Coludito canela (Leptasthenura fuliginiceps)

Coludito cola negra (Leptasthenura aegithaloides)

Coludito de queñoal (Sylviorthorhynchus yanacensis)

Gaucho serrano (Agriornis montanus)

Gaucho grande (Agriornis microptera)

Birro colorado (Hirundinea ferruginea)

Birro grande (Myiotheretes striaticollis)

Birro gris (Cnemarchus rufipennis) 

Dormilona canela (Muscisaxicola capistratus)

Dormilona chica (Muscisaxicola maculirostris)

Dormilona cenicienta (Muscisaxicola cinereus)

Viudita trinadora (Knipolegus aterrimus)

Pitajo gris (Ochthoeca leucophrys)

Pitajo canela (Ochthoeca oenanthoides)

Piojito gargantilla (Mecocerculus leucophrys)

Piojito de los pinos (Mecocerculus hellmayri)

Mosqueta cara sucia (Phylloscartes ventralis)

Viudita de río (Sayornis nigricans)

Anambé grande (Pachyramphus validus)

Ratona (Troglodytes aedon)

Ratona ceja blanca (Troglodytes solstitialis)

Mirlo de agua pecho canela (Cinclus schulzi)

Zorzal chiguanco (Turdus chiguanco)

Zorzal negro (Turdus serranus)

Calandria castaña (Mimus dorsalis)

Arañero cara negra (Geothlypis velata)

Arañero ceja amarilla (Myiothlypis signata) 

Arañero corona rojiza (Myioborus brunniceps)

Cachudito pico amarillo (Anairetes flavirostris)

Payador (Diglossa sittoides)

Frutero yungueño (Chlorospingus ophthalmicus)

Tangará alisero (Thlypopsis ruficeps)

Monterita boliviana (Poospiza boliviana)

Monterita pecho gris (Poospiza hypochondria)

Comesebo cabeza negra (Phrygilus atriceps)

Yal platero (Rhopospina alaudinus) 

Yal chico (Geospizopsis plebejus)

Yal plomizo (Geospizopsis unicolor)

Jilguero oliváceo (Sicalis olivascens)

Chingolo (Zonotrichia capensis australis)

Chingolo (Zonotrichia capensis)

Monterita ceja rojiza (Microspingus erythrophrys)

Golondrina barranquera (Pygochelidon cyanoleuca)

Golondrina andina (Orochelidon andecola)

Piquito de oro chico (Catamenia analis)

Cerquero cabeza castaña (Atlapetes fulviceps)

Yal altoandino (Idiopsar dorsalis)

Yal grande (Idiopsar brachyurus)

Pepitero de collar (Saltator aurantiirostris) 

Corbatita (Sporophila caerulescens)

Pepitero colorado (Pseudosaltator rufiventris)

Tordo músico (Agelaioides badius)

Cabecita negra (Spinus magellanicus)

Negrillo (Spinus atratus)

 

Lista de mamíferos silvestres

Zorro colorado o culpeo (Lycalopex culpaeus)

Ocelote (Leopardus pardalis), huellas

Puma (Puma concolor), huellas

Jaguar (Panthera onca), huellas

Mayuato (Procyon cancrivorus), huellas

Pecarí (Pecari tajacu), huellas e individuo muerto

Vicuña (Vicuna vicugna)

Corzuela (Mazama sp.), huellas

Chinchillón (Lagidium viscacia)

 


Participantes: Freddy Burgos (1); Carlos Mariani (2); Francisco Cornell (3)

1 Lic. en biología, Ornitólogo del Instituto de Biología de Altura, fotógrafo de naturaleza, guía de obs. de aves.

2 Abogado, empresario, fotógrafo de naturaleza.

3 Lic. en turismo sustentable, guía de obs. de aves.

Compartir